Objetivos: desarrollar la habilidad para identificar argumentos razonables en una discusión o exposición.
Dirigida a: grupos de jóvenes
Procedimiento:
1. Con unos días de anticipación a la actividad, selecciona a cuatro jóvenes con buenas capacidades comunicativas e histriónicas, que harán de panelistas en un debate. Asigna uno de los siguientes roles a cada uno:
– Posición filosófica: es el rol de una persona serena, que argumenta con calma y cita diversas fuentes en su discurso.
– Posición impositiva: es el rol de una persona que argumenta con enfado, hablando en voz alta e interrumpiendo a los demás de vez en cuando.
– Posición pasiva: es el rol de una persona que sólo responde si se le pregunta expresamente. Suele contestar con monosílabos o con argumentos tomados de la “tradición”, del tipo, así se ha hecho siempre, es lo que me han enseñado en casa, es más sencillo y rápido, etc.
– Posición rebelde o librepensador: es el rol de una persona que no tiene argumentos claros, que duda antes de responder, que da varias opciones de respuesta, que relativiza los problemas, etc.
2. Una vez aclarados los roles, se les explica el tema que se va a debatir para que se preparen y preparen los argumentos con los cuales van a defender su posición.
3. Reúne al grupo de jóvenes y comunícales que van a participar en un debate sobre el tema escogido y que al final deben decidir cuáles argumentos fueron los más convincentes y por qué. Modera el debate.
4. Al cabo de media hora de debate, pide a cada panelista que presente sus conclusiones. Posteriormente, pide a los asistentes que digan quién fue más convincente y por qué. A continuación, explica al grupo el rol de cada uno de los panelista y permite al grupo que críticamente determine por qué en ciertos momentos de su vida cree más a unas personas o fuentes que a otras.
5. Si es posible, analiza con el grupo un programa de debate tomado de la televisión.